Una historia ‘mediterránica’

Santiago de Chile y Barcelona en España se encuentran a unos 11200 kilómetros de distancia. La capital chilena es una ciudad ubicada en los valles del centro del país a los pies de la impontente Cordillera de Los Andes, mientras que la ciudad catalana despliega toda su cultura en la costa del Mar Mediterráneo. Mientras Barcelona posee una influencia directa del mar, haciendo más «templado» su clima (aunque el verano sea insoportablemente cálido; me han dicho), Santiago tiene esa tan «agradable» sequedad, dada su «lejanía» del mar, aunque las entradas de estratos costeros cada cierto tiempo nos recuerdan que Santiago y el océano Pacífico están a la vuelta de la esquina.

A pesar de la distancia, estas dos ciudades tienen algunas cosas en común. Ambas pertenecen a lo que se denomina clima mediterráneo; un clima caracterizado por veranos cálidos y secos e inviernos lluviosos y no tan fríos(1) que corre peligro de hacerse cada vez más seco producto de la expansión de la celda de Hadley (aunque eso es otro tema).

Como tienen este aspecto climático en común(2), quizás podríamos hacer una comparación entre ellas con foco en la sequía. Ambas ciudades atraviesan por problemas con la sequía, que de alguna forma podrían estar conectadas, o no, o quizás este artículo es solo una excusa para jugar con datos meteorológicos.

Y es que eso también tienen en común: poseen datos meteorológicos históricos. Los que permiten hacer una mirada al clima a mediano y largo plazo. Los datos de Santiago son provistos por la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), mientras que los datos de Barcelona por le Servei Meteorològic de Catalunya (Meteocat).

Climograma en Santiago (izquierda) y Barcelona (derecha). Precipitación acumulada mensual en barras y temperatura media mensual en líneas. Diferentes periodos climatológicos coloreados de distintos colores.

El climograma anterior muestra algunas características de la temperatura y precipitación en cada ciudad. Mientras en Santiago la precipitación ocurre casi exclusivamente en invierno (en verano la precipitación es muy escasa), en Barcelona está distribuida de manera más uniforme a lo largo del año, aunque existe un máximo relativo entre septiembre y noviembre. Ambas ciudades tienen un verano cálido, siendo más cálido y húmedo en Barcelona, y un invierno frío, que también es más frío en Barcelona, al menos en términos de temperatura media.

La figura anterior también muestra la evolución temporal de la precipitación y temperatura media mensuales. Los cambios en la precipitación quizás son difíciles de ver de esta forma, aunque llama la atención la disminución en la precipitación invernal (sobretodo en julio) en Santiago. Ahora, la temperatura sí es fácil de distinguir. Un aumento de temperatura en todos los meses se observa en Santiago, aunque en Barcelona el aumento es más notorio, principalmente en los meses estivales.

Veamos las cosas en una serie temporal. En Santiago es evidente la señal de la Mega Sequía (MD, por su sigla en inglés), periodo en el cual la precipitación anual se redujo significativamente. Este periodo, que comenzó en 2009, se vio interrumpido por 2023 que terminó con números azules. Si bien la MD no es el primer ni único periodo seco en Santiago, sí es el de mayor duración y contiene alguno de los años más secos en el registro, como 2019 y 2021. Con respecto a la temperatura, una sostenida tendencia positiva se observa desde que comenzaron los registros hasta ahora.

Serie de tiempo de precipitación acumulada anual en Santiago (arriba) y Barcelona (abajo). Precipitación acumulada anual en azul, promedio móvil de 10 años de precipitación en negro. Promedio móvil de 10 años de temperatura media anual en rojo.

En Barcelona la cosa es un poco diferente. No hay evidencias claras de un periodo como la MD de Santiago, pero sí los últimos años destacan como extraordinariamente secos, de hecho los más secos en el registro histórico. La temperatura, en cambio, tiene una marcada tendencia positiva desde el comienzo de los 80s’. Si bien es probable que la tendencia positiva se remonte al comienzo de las mediciones, al igual que en Santiago, en las últimas décadas es mucho más marcada.

De buenas a primeras, los problemas en Santiago y Barcelona son distintos. Si bien partimos de la base de que tenían un mismo problema, la sequía, éstas pueden tener distintos «sabores». El fuerte incremento de la temperatura en Barcelona seguramente está favoreciendo déficit de disponibilidad de agua producto de una mayor evapotranspiración, a eso se le suma el hecho de que los últimos años han sido extremadamente secos. En Santiago, en cambio, la sequía es de largo plazo… que no se salva de tener años extraordinariamente secos, afectando también la disponibilidad de agua producto de la menor nieve que cae sobre los Andes.

Mirando de atrás para adelante

Si calculamos la tendencia, desde un año inicial hasta un año final y vamos moviendo el año inicial uno a uno, podemos ver cambios en la precipitación y temperatura desde escalas cortas (10 años) hasta escalas largas (160 años) de tiempo. Y si además vamos cambiando el año inicial uno a uno, podemos ver todas las tendencias observadas en distintas escalas de tiempo desde que se tienen registros. Eso es lo que muestran las siguientes figuras. Bueno, más o menos.

Tendencias de precipitación en distintos periodos de tiempo en Santiago (izquierda) y Barcelona (derecha). En el eje vertical el año de comienzo del cálculo y en el eje horizontal el año de término del cálculo. Valores corresponden a la pendiente de Sen (Mann-Kendall tau).

En la diagonal central, se ve toda la variabilidad interanual (ya que vamos moviendo la aguja un año a la vez). En esta escala de tiempo, hay muchos cambios. Lo que es típico en ciudades de clima mediterráneo. Hay periodos lluviosos y otros secos, por ejemplo, en Santiago aparace la señal de la MD o algunos periodos lluviosos del pasado. Los cambios en esta escala de tiempo, parecen más intensos en Santiago que en Barcelona, y lo mismo en el largo plazo (mirar la esquina superior derecha de la figura). Esto último ya lo veíamos en la serie de tiempo.

Tendencias de temperatura en distintos periodos de tiempo en Santiago (izquierda) y Barcelona (derecha). En el eje vertical el año de comienzo del cálculo y en el eje horizontal el año de término del cálculo. Valores corresponden a la pendiente de Sen (Mann-Kendall tau).

Las tendencias en la temperatura también muestran la variabilidad interanual, aunque en este caso los cambios parecen más intensos en Barcelona. En Santiago, por alguna razón, en las últimas décadas se perdió esa variabilidad (esto también parece verse en la serie de tiempo). En Barcelona, también, y con tendencias muy intensas en los últimos años.

Función de distribución de probabilidad para precipitación (izquierda) y temperatura (derecha). Santiago ploteado en líneas contínuas y Barcelona en líneas segmentadas. Colores indican diferentes periodos climatológicos.

Por último, y en otra manipulación descarada de los datos, podemos mirar las distribuciones de probabilidad en los últimos tres periodos climatológicos. Sí, hay un desplazamiento a la izquierda en las curvas de precipitación en Santiago que no es evidente en Barcelona -de nuevo, el problema en Barcelona parecen ser más bien los últimos par de años y no las últimas décadas-, pero lo que realmente me llama la atención es el desplazamiento de las curvas de temperatura hacia la derecha.

En Santiago, hay dos saltos a la derecha, uno por periodo climatológico, mientras que en Barcelona hay un salto grande en el último periodo climatológico. Esto vuelve a mostrar lo importante de los cambios en la temperatura (por encima de los de precipitación) en las últimas décadas en Barcelona.

Entonces, recapitulando. Si bien ambas ciudades tienen problemas, estos parecen provenir de distintas fuentes. En Santiago la reducción de la precipitación en los últimos años es más dramática que en Barcelona, incluso a pesar de que Santiago es una ciudad que históricamente ha sufrido de años extraordinariamente secos, la MD es algo sin precedentes y que aún no sabemos si se terminó, o si 2023 fue sólo un pequeño respiro. Por otra parte, la tendencia al calentamiento en Barcelona es mucho más pronunciada que en Santiago, lo que acarrea otros problemas. No es casual que algunos indicadores de sequía consideren también la temperatura en sus cálculos, como el SPEI, ya que la temperatura afecta a la disponibilidad de agua y los regímenes hídricos. Por eso es que se suele hablar de sequía meteorológica, cuando se hace referencia sólo a disminución en las precipitaciones.

En estos párrafos sólo hay una revisión de datos climáticos. Hay muchas cosas que no voy a discutir (porque las desconozco), como las causas físicas detrás de estas sequías o la influencia del cambio climático en cada una. Todos estos temas son apasionantes y hay muchos investigadores trabajando en ellos para tratar de entenderlos y saber si lo que estamos viviendo es ya una mirada al futuro.

En resumen, estas son dos ciudades condenadas. No, mentira. Bueno, no lo sé.

Citas:

(1) Lionello, P., Malanotte-Rizzoli, P., Boscolo, R., Alpert, P., Artale, V., Li, L., … & Xoplaki, E. (2006). The Mediterranean climate: an overview of the main characteristics and issues. Developments in earth and environmental sciences4, 1-26.

(2) Seager, R., Osborn, T. J., Kushnir, Y., Simpson, I. R., Nakamura, J., & Liu, H. (2019). Climate variability and change of Mediterranean-type climates. Journal of Climate32(10), 2887-2915.

Algunas notas y comparaciones sobre El Niño 2023

Con cada evento El Niño, como «monos porfiados» nos ponemos a esperar las abundantes precipitaciones. 2023 dio algunas esperanzas en junio y comienzos de julio, pero después nada. Veamos algunos aspectos que pueden estar influyendo y cómo se compara con otros grandes El Niños.

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Llegó el calor… ¿se acabó el invierno?

El día de ayer (y también hoy) los termómetros se elevaron por sobre los 30°C en la zona central de Chile en pleno invierno. Señal inequívoca de que se acabó el invierno? o es otra demostración del cambio climático? Tal vez, pero parece que la explicación es mucho más «sencilla» y parte de cómo es nuestro clima invernal.

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Lluvias en 2022 en Chile centro-sur. ¿Vamos mejor que otros años?

El año 2022 está en su recta final y la sensación en general es que ha llovido más que otros años. Que este invierno sí que fue invierno, qué abrieron la llave, que la sequía se dio un descanso, que… bueno, ya se hicieron la idea.

Con algunos datos trataré de mostrar qué tan cierta es esta idea colectiva.

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Santa rotación, Batman!

Ya sabemos que GOES-16 es genial y que permite ver cosas que antes no podíamos ver. Uno de los modos más geniales del satélite es el modo MESOESCALA, que permite imágenes cada 1 minuto de un lugar en particular. Generalmente, el MESO se utiliza para las tormentas convectivas en las planicies de Estados Unidos o para los huracanes.

Pero ahora, excepcionalmente, el MESO apuntó a una hermosa baja presión que está cruzando por la región de Magallanes. Una perfecta oportunidad para ver de cerca este ciclón.

Fuente del GIF: (CIRA) https://www.cira.colostate.edu/

Gracias a Daniel Veloso que en el grupo de discusión Metclim compartió el enlace de esta animación.

 

Notas sobre El Niño

El presente evento del Niño tomó fuerza a comienzos de febrero producto del acoplamiento entre el océano y la atmósfera. Un intenso WWB y la propagación de ondas de diversas naturalezas fue el ingrediente suficiente. Esta nota es una seguidilla de apuntes realizados sobre la evolución de El Niño actual, una discusión sobre la predictabilidad de su intensidad y una somera evaluación de los modelos de pronóstico. Sigue leyendo «Notas sobre El Niño»